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La paz no es posible sin las víctimas, el 9 de abril y la lucha que no termina 

¡Mataron al doctor Gaitán!, se escuchó aquel 9 de abril de 1948. Ese grito de dolor y rabia recorrió todo el país dejando una estela de violencia que todavía hoy tratamos de superar. Han sido muchos los intentos por lograr la paz...

Por Camilo Yarce, asesor temático en la línea Paz y Reconciliación

¡Mataron al doctor Gaitán!, se escuchó aquel 9 de abril de 1948.  Ese grito de dolor y rabia recorrió todo el país dejando una estela de violencia que todavía hoy tratamos de superar. Han sido muchos los intentos por lograr la paz en Colombia, y aunque no lo hemos logrado completamente, lo cierto es que entre tanto intento va quedando el rastro de las luchas que, desde diversos sectores, han dado quienes han sido los más afectados por la guerra; que, además del dolor, sufrimiento, cansancio y muchos muertos que han dejado estos intentos,  también han quedado experiencias y aprendizajes positivos,  crecimiento cuantitativo y cualitativo para  quienes luchan por construir la paz en sus territorios, y  sobre todo, aunque parezca irónico ha quedado también esperanza y ganas de seguir luchando por construir esa paz que tanto anhelamos como sociedad. 

En este camino hemos visto cómo las víctimas de los conflictos armados del país han ganado terreno en términos de reconocimiento y representación; ya no son y no pueden volver a ser un sujeto pasivo receptor de políticas y medidas de reparación, ni meros espectadores del diseño y definición de su realidad desde escritorios fríos y ajenos en Bogotá. Sin duda, la paz se construye de la mano de las víctimas, en sus territorios y con ellas, es decir que su papel debe ser protagónico para lograrla.  

Más que una fecha, un movimiento 

Desde el año 2011 mediante la Ley de Víctimas el país fue convocado para conmemorar esa fecha y solidarizarse con las víctimas del conflicto armado, en el nombrado Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado. Esta fecha se ha convertido en una oportunidad para las víctimas de exigir sus demandas en el escenario público, así como poner sobre la mesa del debate nacional sus necesidades y aspiraciones mediante un despliegue de movilizaciones y acciones simbólicas en los territorios. Y aunque el reconocimiento y la oferta institucional que hace la Ley 1448 de 2011 son motivo de celebración, no es suficiente, incluso el Acuerdo Final de Paz -AFP- de 2016 y su implementación tampoco ha sabido responder a cabalidad con las enormes afectaciones que han sufrido las víctimas en todos estos años de guerra. 

No es ni serán suficiente las medidas mientras comprendamos que, aunque la paz no puede realizarse sin que las víctimas sean protagonistas en los diálogos, las medidas y debates nacionales, no se trata de un asunto de su exclusiva competencia, por el contrario, de ese arduo y que a veces pareciera, inagotable proceso, deben hacer parte los gobiernos locales, los empresarios, iglesias, profesores, organismos de control, instituciones públicas y demás organizaciones. 

Las víctimas persisten en su agenda de reivindicaciones

A pesar de los intentos fallidos y de las dificultades de este camino de lograr una paz para el país, las víctimas no desisten en su empeño de mantener vivas sus reivindicaciones en las agendas locales y el escenario nacional.  ¿Qué esperan pues las víctimas en el 9 de abril?, ¿cuáles son sus reivindicaciones hoy día?, ¿es esta fecha una conmemoración exclusivamente de las víctimas?; para responder a estas preguntas y en el marco del acompañamiento que desde la Línea de Paz y Reconciliación de la Corporación Conciudadanía hacemos a colectivos ciudadanos en las subregiones de Oriente, Suroeste y Occidente antioqueños, cada año extendemos  una invitación para conmemorar mediante actos públicos esta fecha y para reunirnos y conversar sobre el papel de estas y de los demás sectores sociales en la coyuntura actual y la visión que desde las organizaciones de víctimas, de jóvenes, mujeres y defensoras de derechos humanos, tienen sobre la verdad, la justicia, la reparación y el proyecto de Paz Total del actual Gobierno Nacional. 

En la agenda de reivindicaciones de las víctimas con las cuales trabajamos en Conciudadanía, los colectivos de las tres subregiones coinciden en resaltar la importancia y necesidad de seguir conmemorando esta fecha, pues entienden que el reconocimiento no se da simplemente por una ley o un procedimiento administrativo, sino que también pasa por lo simbólico que se trabaja con la gente y por  estar en el centro de los debates en diferentes escenarios que se dan en torno a la construcción de paz, es decir,  participar de manera activa e influyente en ellos, por lo que es necesario que, a pesar de los grandes avances, no se pierda la movilización, las acciones de visibilización, participación e incidencia, y el 9 de abril siempre es una oportunidad para ello.  

Al respecto, como menciona una lideresa de víctimas del Occidente de Antioquia: “el trabajo debe centrarse en los jóvenes y niños y niñas que no han vivido la guerra y que la ven como algo lejano”, es decir, la labor pedagógica de concientización que realizan las víctimas pasa por buscar romper en las nuevas generaciones esa tradición que trata de dirimir o diligenciar diferencias políticas por medio de la violencia. 

También, para las víctimas que conforman estos colectivos,  el informe de la Comisión de la Verdad -CEV-  es un tema de gran interés para su movimiento y al que sienten, todavía no se le ha dado la real importancia y difusión que se merece en la sociedad en general, especialmente lo que tiene que ver con el volumen de Hallazgos y Recomendaciones; insisten en la necesidad de leerlo y comentarlo, discutirlo en los diferentes espacios en los que interactuamos, para de esta forma lograr que su legado permanezca en el tiempo, rescatar los testimonios e historias de vida para que entendamos como sociedad lo que nos pasó y cómo lograremos garantizar que no se repita. Para las víctimas del conflicto armado este informe ha demostrado ser una herramienta esencial para la construcción de paz y desde los colectivos constructores de paz y Conciudadanía, seguimos trabajando para que su legado perdure en el tiempo y ayude en la construcción de la paz. 

Igualmente, en la agenda es una prioridad insistir en reconocer la violencia sexual, especialmente cometida contra las mujeres como una estrategia de guerra, pues entienden que la guerra pasa y ha pasado por el cuerpo de las mujeres, negándoles su libertad sexual, obligándolas a vestir de determinada manera, por lo que sus cuerpos y sus vidas han sido controladas y reprimidas por todos los actores armados, afectándolas de manera diferencial. De ahí la insistencia en que la paz no es posible sin las mujeres, porque la paz tiene rostro de mujer, porque la paz debe necesariamente reconocer la verdad del daño hecho a este sector de la población. 

Finalmente, la desaparición forzada y la reconciliación aparecen también como temas de gran interés para los colectivos que reivindican los  derechos de las víctimas; el primero, por ser uno de los crímenes más atroces que se han cometido durante el conflicto armado dejando en la zozobra, abandono e incertidumbre a los familiares y seres queridos de personas desaparecidas; un crimen que  ha golpeado fuertemente al departamento de Antioquia donde todavía hay miles de familias que llevan décadas en esa búsqueda incansable por saber lo que les pasó a sus seres queridos. Esta tragedia no cesa, pues son muchos los nuevos casos de desaparición forzada, y tampoco la búsqueda de sus familiares, como es el caso de la movilización de la madre de Andrés Camilo Peláez Yépez, joven desaparecido en San Andrés de Cuerquia, las madres de La Candelaria y las madres de Soacha. La consigna sigue siendo “Buscarles hasta encontrales”. 

Con respecto a la reconciliación, esta  es vista como un gran objetivo  de la paz, si se quiere de corte más filosófico: ¿cómo dejamos de vernos cómo enemigos?, es la pregunta que se hacen en los territorios, ¿cómo hablar de paz cuando nos miramos con sospecha, cuando seguimos en guerra, cuando tenemos muchas necesidades básicas insatisfechas, cuando todavía no hay verdad plena?; ¿cómo hablar de reconciliación cuando siguen reclutando menores de edad y no hay oportunidades en educación, trabajo y salud? La reconciliación entonces es un proceso que se transita paso a paso, es largo y requiere de elementos que van mucho más allá del desarme de los actores armados, que implica o debería implicar, a todos los sectores sociales. 

Un trabajo conjunto  

Justamente por ello en los actos conmemorativos del 9 de abril que realizaron los colectivos que acompañamos, se intencionaron articulaciones con diversos sectores de la sociedad como las iglesias, alcaldías, fuerza pública, mesas de víctimas, enlaces municipales y personerías, como una muestra de que la paz es un asunto de todos y todas, que nos compete como sociedad. Estas alianzas para conmemorar el Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado en Colombia son un recordatorio de que la reconciliación no solo es posible sino necesaria, que todos tenemos algo que aportar desde nuestra cotidianidad, desde nuestra subjetividad, desde nuestros trabajos, habilidades y experiencias. 

Quizá lo más positivo del camino de conmemoraciones del 9 de abril que inició en 2011, sumada a otras como la del 30 de agosto, Día de las Víctimas de Desaparición Forzada, es que años después estas fechas ya no son solamente un recordatorio de la barbarie o el repaso anecdótico de ese histórico magnicidio que sacudió al país y lo sumió durante más de cinco décadas en una marejada de violencia hasta nuestros días; sino que  gracias a la Ley de Víctimas, pero sobre todo a los colectivos constructores de paz, el 9 de abril se ha convertido en una fecha que reivindica la fortaleza que hay en la esperanza, un recordatorio de lo que somos y lo que podemos llegar a ser si nos juntamos por ese objetivo grande de la paz, un espacio para el encuentro en la solidaridad, la reivindicación de derechos y un pretexto para seguir enarbolando las banderas de la verdad, la justicia y la no repetición desde los territorios y las voces de las víctimas.  

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