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- 14 de octubre de 2023
Mujeres políticas, una vida no tan fácil
Alba Lucía Gómez Zuluaga
Asesora temática
Corporación Conciudadanía
“Si una mujer entra a la política, cambia la mujer.
Si muchas mujeres entran a la política, la que cambia es la política”.
Florentina Gómez Miranda.
Abogada y política argentina.
En la política a las mujeres les toca, no solo romper con la dificultad de entrar a un espacio hecho y apropiado por los hombres y para los hombres, sino lidiar con las violencias machistas de todo tipo, desde insultos sexuales, infantilización, que sean minimizadas, que les nieguen el uso de la palabra, buscarlas como alianza para sus campañas, hasta apagarles el micrófono cuando están interviniendo en una sesión del concejo; pero nunca son tenidas en cuenta para adherirse a sus propuestas, por parte de otros candidatos. Para asignarle los avales a las mujeres, que se atreven a competir en la contienda electoral, se les concede, pero en muchos casos en los últimos puestos de las listas, les piden entrevista para incluirlas y a cambio de ello se les solicita salidas o citas privadas; son relegadas a la logística y para hacer cosas “de mujeres”, ridiculizan sus puntos de vista o sus propuestas no son escuchadas, a no ser que las apropie y las anuncie un hombre.
Entre el 29 de octubre del 2022 y el 29 de abril del 2023 se registraron 65 hechos de violencia política contra lideresas, políticas, sociales y comunitarias, 141% más que en el mismo periodo previo a las elecciones del 2019 (Observatorio Político Electoral de la Democracia de la MOE1). En Colombia. Para el 2016 el “NIND2 realizó una encuesta a 146 mujeres en cargos de elección, y constató que el 63% de ellas reportó haber sido víctima de violencia durante su ejercicio político, en el 2019 este porcentaje aumentó a 68.2%. El machismo actúa no solo contra las mujeres que se deciden a ser candidatas, también lo viven las mujeres al momento de ejercer el derecho al voto, al ser obligadas o manipuladas por los hombres de la familia a votar en contra de sus preferencias”.
Estudios sobre este fenómeno muestran “países donde al mismo tiempo que se ha alcanzado la paridad, se incrementa la violencia contra las mujeres en razón de su género como estrategia para impedir su participación político electoral”3.
El anterior panorama muestra como el escenario político no solo es novedoso para las mujeres, sino que es agresivo y hostil con ellas, es un espacio donde se siente una negación de los partidos para dejar entrar a las mujeres como sus pares con igualdad de palabra y decisión, las quieren claro que sí, pero para que sigan ejerciendo el rol tradicional de secretarias, cuidadoras o rellenos de listas; cuando van por el mismo cargo cambia la forma de comportarse frente a ellas. El efecto es obvio, baja participación y representación política de las mujeres.
Entonces, vale la pena preguntarse ¿qué es lo que tiene que cambiar para que se dé la paridad, para que más mujeres accedan a espacios políticos, pero sobre todo a cargos de decisión? Las resistencias no son tan sencillas como a veces se plantea; que a las mujeres no les gusta participar, que se cansan muy rápido en estas lides o que su rol es otro distinto a de ser mujeres políticas.
¡No! La violencia contra ellas en estos escenarios, evidentemente, desestimula su participación en los espacios de decisión política y socaba la democracia por que se niega las posibilidades reales de participación a la mitad de la población, como lo muestran los datos.
Según la MOE, en Colombia aún se presenta un enorme “déficit en la participación política de las mujeres en relación con otros países de la región. Pues mientras la tendencia ha sido avanzar hacia la paridad, actualmente, únicamente 22% de los cargos locales del país son ocupados por mujeres”. En la misma perspectiva, la SEPA4 plantea que, pese a la variación de la participación y representación política de las mujeres frente a los cuatrienios anteriores y después de varios periodos electorales aplicándose la ley de cuotas, aún no se logra que los partidos políticos rompan el techo de cristal, pues si bien la mayoría cumple con el 30% requerido por la ley, esta “inclusión” no se ve reflejada en la elección de mujeres en las distintas corporaciones.
Para el Oriente antioqueño la participación de las mujeres ha tenido una leve variación en la última década, para el 2015 participaron 11 mujeres como candidatas a las alcaldías vs 92 hombres; para 2019 participaron 15 mujeres vs 91 hombres; y para la actual coyuntura electoral, de 139 candidatos a alcaldías, 17 son mujeres de 15 municipios, o sea que ocho municipios no tienen candidatas mujeres.
Histórica y culturalmente lo doméstico ha sido asignado a las mujeres y lo político público a los hombres, (lo que se ha denominado división sexual del trabajo y estereotipos de género), mandato que restringe la democracia en todos los espacios: en la casa, en la plaza, en el barrio, en la escuela… La cultura construye pensamiento e imaginarios de cómo deben ser las cosas, las personas y los comportamientos, frases como “calladita es más bonita” “el mundo de la mujer es la casa y la casa del hombre es el mundo”, se van normalizando en el imaginario colectivo de tal manera que va cerrando posibilidades a hombres y mujeres para ser y hacer en el mundo.
Estos hechos no son aislados, corresponden a un fenómeno social que evidencian la experiencia de mujeres que buscan hacer ejercicio de sus derechos civiles y se convierte en un obstáculo para la igualdad entre hombres y mujeres. Para entender el fenómeno, es importante partir del concepto de violencia política. La OEA5, a través de la MESECVI6, en mayo de 2016 definió la Ley Modelo Interamericana sobre violencia política contra las mujeres, y en el Art. 3, dice que debe entenderse por “Violencia contra las mujeres en la vida política” cualquier acción, conducta u omisión, realizada de forma directa o a través de terceros que, basada en su género, cause daño o sufrimiento a una o varias mujeres y que tenga como objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de sus derechos políticos en el marco del proceso político-electoral y el ejercicio de su cargo”. Esta puede ser física, verbal, psicológica, moral, sexual, económica o patrimonial, simbólica o feminicida.
La Ley Modelo determina que, para identificar estos casos es necesario revisar si el ataque tiene patrones de género, estereotipos, ataques sexistas, burlas denigrantes, revelación de aspectos de la vida íntima y personal, acoso sexual, ataques en medios de comunicación o redes sociales. También existe la violencia en línea, en el ciberespacio, redes sociales y ecosistemas digitales a través de los cuales se observan comportamientos sexistas y discriminatorios contra las mujeres en actividad política: amenazas de carácter misógino y sexualizadas. Esta puede ser ejercida por cualquier persona, hombre o mujer, integrante de un partido político, precandidatos/as; candidatos/as, dirigencia partidista, servidor/a público, autoridades gubernamentales o electorales, medios de comunicación. También habla de la necesidad de tener un análisis interseccional, es decir que identifique la confluencia o simultaneidad de varios factores que determinan las desigualdades y que agravan los efectos de la violencia como la edad, la pobreza, el estado de discapacidad, la orientación sexual, la condición de víctima de la violencia del conflicto armado, la etnia o la raza.
La definición que trae la Ley Modelo Interamericana fue acogida para el caso colombiano por el CNE7. Así mismo, el 24 de mayo del presente año, fue aprobado en la plenaria de la Cámara de Representantes el Proyecto de Ley 006 de 2022 por medio del cual “Se establecen medidas para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres en la vida política”. Si bien aún está pendiente hacer efectivo el principio de paridad previsto en la Constitución, se espera que, aprobada esta ley, contribuya a establecer rutas claras y oportunas que garanticen la participación de las mujeres en política en condiciones de igualdad y libres de cualquier forma de violencia, en particular, de cara a las elecciones de este año”. Es evidente que, aunque avancemos en la legislación, no es igual en los cambios culturales que se requieren para una política más incluyente.
Requerimos escenarios de participación política para las mujeres en condiciones de igualdad y libres de violencias, para que sea un espacio llamativo en el cual puedan desempeñarse y sentirse seguras y cómodas de SER ellas en la política y puedan desarrollar todas sus potencialidades, lo cual no se logra de una en una, pues necesitamos fortalecernos como colectivos, acompañarnos y apoyarnos desde la sororidad, para exigir no solo a los partidos que sean modernos, incluyentes y sensibles a estas nuevas maneras de aportarle a la sociedad un sentido más humano y más cercano a la vida; también en las instituciones se requieren cambios estructurales para la garantía de los derechos civiles y el acceso a la justicia en situaciones de violencia contra las mujeres en el ejercicio de la política. Creo que falta mucho por avanzar, aunque se viene haciendo camino y se han tenido logros para estos fines.
Los partidos y movimientos políticos deben implementar PROTOCOLOS de atención, protección y no repetición de la violencia política contra las mujeres. Estas instituciones deben entender la Ley de cuotas como MÍNIMO y no como un techo que frena el avance de las mujeres en la política. Es fundamental que las mujeres que están interesadas en la participación política y electoral, empiecen por ganarse un espacio en los niveles de decisión al interior de sus partidos, en sus mesas directivas, para que tengan mayores posibilidades de incidir en las decisiones para las elecciones.
Finalmente, abogar por la participación política de las mujeres en igualdad de condiciones a los hombres, entendiendo que no es menos importante el dato cuantitativo y, por tanto, la necesidad de aumentar en número la representación de las mujeres, pues es por la calidad y tipo de representación donde cabe hacerse varias preguntas como: ¿qué tipo de intereses, en relación con el género, van a posicionar las candidatas electas? ¿Cómo ejecutarán dentro de su gestión los acuerdos programáticos de mujeres? ¿Cómo impulsarán una institucionalidad comprometida con las problemáticas de género? ¿Qué porcentaje del presupuesto se habrá de asignar a estas iniciativas? ¿Cómo favorecer una política inclusiva y cuidadora de la vida?
1 MOE: Misión de Observación Electoral
2 Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria.
3 Aproximación a una ruta pedagógica, preventiva e institucional para la atención de la violencia contra mujeres en política en razón de género. ONU-Mujeres 2020.
4 SEPA: Seguimiento Político de Antioquia
5 OEA: Organización de Estados Americanos
6 En 2004 se creó el Mecanismo de Seguimiento a la Convención Belém do Pará (MESECVI)
Referentes
“Ley para prevenir y sancionar la violencia política contra la mujer es un logro de cara a Elecciones Locales”: MOE, mayo 25 de 2023. En: https://www.moe.org.co/ley-para-prevenir-y-sancionar-la-violencia-politica-contra-la-mujer-es-un-logro-de-cara-a-elecciones-locales-moe/
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