La planeación, pensada para el bien colectivo, requiere de amplios procesos de participación para el diálogo, la negociación de intereses y la valoración de las propuestas en función del interés colectivo. Y es justamente la participación de la ciudadanía en la planificación del territorio, la que permite incorporar y ampliar el enfoque de una idea humana y colectiva de ciudad.