Personajes
2021
Benjamín Cardona Arango: El sueño de construir territorios democráticos sostenibles
Benjamín: ‘hijo de la virtud’ en hebreo. Con 82 años de vida, Benjamín Cardona Arango es papá, esposo y defensor de los derechos humanos, amante del campo, sereno, perseverante y apasionado. Ha cultivado a lo largo de su vida el arte de tejer puentes por la verdad, el perdón y la reconciliación, muy especialmente en el Oriente antioqueño, tierra donde está su alma.
Nació en el campo, a orillas del río Samaná, entre Pensilvania (Caldas) y Nariño (Antioquia). Trabajó entre indígenas, por lo que ha conocido de cerca y vivido la situación del campesinado en Colombia. Recuerda que su madre “murió de una fiebre puerperal por falta de accesibilidad a la atención médica y la familia tuvo que salir del campo buscando educación, porque no había escuela”. Hoy, agradece la posibilidad de vivir en una casa en la naturaleza, rodeada de flores, curazaos y rosas y también de campesinos que cultivan alimentos, en El Santuario -Antioquia. Desafortunadamente, dada la necesidad de viajar a distintos municipios por su labor, ha debido cambiar por un campero la montada a caballo que tanto disfrutaba en su infancia.
Y si como lo dijo el dramaturgo Bertolt Brecht: “Las convicciones son esperanzas”, las de Benjamín residen en la certeza de que la sostenibilidad de los procesos de desarrollo territorial solo es garantizada por el logro de la autonomía de la sociedad civil, conformada esta por sujetos conscientes de su propio desarrollo, capaces de tener una mirada integral de los procesos. Convicciones, que son a la vez sus esperanzas.
El sueño de construir ‘pequeñas polis’
Iniciando la década del 90 en medio de un país convulso donde la guerra emprendida por el narcotráfico contra el Estado se agudizaba y la voz de la sociedad civil reclamaba una reconstrucción estatal que se manifestaría luego en el nacimiento de la Constitución Política de 1991, Benjamín participó en la fundación de la Corporación para la Participación Ciudadana -Conciudadanía-.
La nueva carta de derechos representaba ya un nivel superior en la creación de una cultura de respeto a los derechos de los niños/as, las mujeres y los jóvenes, y el ICBF asumía parte del modelo de los Jardines Infantiles Campesinos creados por las comunidades y atendidos por jóvenes; justamente por esto fue que en una asamblea de Acaipa (Asociación de Centros de Atención al Preescolar de Antioquia), institución en cuya creación y dirección jugó un papel protagónico la esposa de Benjamín, Beatriz Montoya, cuando se tomó formalmente la decisión de mirar un nuevo horizonte de acción y dar nacimiento a Conciudadanía.
Recuerda Cardona Arango que en aquel entonces “las comunidades, ante todo campesinas, se aventuraban recién en la participación ciudadana. Y entonces se invitó como asesores a personalidades ligadas a la educación popular” para dar vida al sueño de la Corporación. Un grupo de visionarios, pensadores, colegas, líderes, lideresas y ciudadanos activos, se ingeniaron una institución que pudiera impulsar en los territorios la creación de “pequeñas ‘polis’ donde las comunidades, predominantemente rurales, aprehendieran la política, ejerciendo su soberanía y participando de forma autónoma para garantizar que sus derechos sean hechos”.
Fue así como este filósofo y teólogo formado en el Seminario de Misioneros de Yarumal, hizo parte de la gestación de una institución que le permitió encontrar “un espacio para vivir relaciones democráticas, de afecto y respeto, y un respaldo institucional para promoverlas en comunidades de Antioquia”. También le dio la posibilidad de aprender a moverse en un territorio en conflicto armado, “descubriendo que es posible el diálogo, la Noviolencia y la reconciliación”.
En su paso por Conciudadanía, Benjamín Cardona trabajó con comunidades de las distintas subregiones de Antioquia. Específicamente, en su rol como Coordinador de Programas para el Oriente Antioqueño aportó en la promoción de Pactos por la Infancia, en el proceso de resistencia y resiliencia durante los años de agudización de la confrontación armada, mediante Acercamientos Humanitarios, Asambleas de Paz, la Asamblea Constituyente del Oriente y la Asamblea Constituyente de Antioquia. Además, trabajó mano a mano con su esposa Beatriz, quien diseñó y dirigió un amplio proceso de apoyo psicosocial a las víctimas y de empoderamiento con las mujeres.
Todas estas experiencias posibilitaron también la formulación de Planes de Vida para la Reconciliación, la consolidación de procesos asamblearios y la reintegración de excombatientes del paramilitarismo en otras subregiones antioqueñas, como lo fueron el Suroeste y Occidente.
Siembra de semillas de paz en pleno conflicto armado
Rememora Benjamín que en medio de uno de los momentos más álgidos del conflicto armado en Antioquia, cuando habían sido secuestrados y asesinados el gobernador Guillermo Gaviria y su asesor de paz, Gilberto Echeverri, quienes promovían la participación ciudadana en la planeación, Conciudadanía emprendió la labor de impulsar en una quinta parte de los municipios de Antioquia los Planes de Vida para la Reconciliación, como alternativa a la política de guerra de entonces y a una cultura antioqueña proclive a la violencia.
En su concepto, este proceso marcó tal vez el momento de mayor madurez institucional de la Corporación, gracias al esfuerzo de responder a cuatro interrogantes: la relación democrática entre la oferta institucional y la demanda comunitaria; la sostenibilidad de los procesos, asesorando y acompañando a las comunidades a realizar sus propios planes; la articulación de los ejes considerados estratégicos -cultura de paz, participación y desarrollo- en una estrategia central y en un solo proceso; y finalmente, el desarrollo de una pedagogía eficaz en la creación de una ciudadanía activa, protagonista de su propio desarrollo.
El camino es la paz
Gracias a un conocimiento profundo del territorio que habita, soportado en estudios de maestría en Orientación y Consejería, y un diplomado sobre Cultura de Paz en la Universidad Autónoma de Barcelona, Benjamín Cardona ha logrado moverse entre el trabajo mancomunado con las víctimas del conflicto armado, la promoción, creación y articulación de los Consejos de Paz, Reconciliación y Convivencia y el apoyo comunitario en la búsqueda de personas dadas por desparecidos/as, entre otras acciones desarrolladas siempre en alianza con organizaciones sociales e instituciones públicas y privadas.
En su apuesta por propiciar ambientes de diálogo para que los actores armados digan la verdad, se destacan historias como la de Luis Eduardo Zuluaga, mejor conocido como MacGyver (excomandante de las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio), o la de Elda Neyis Mosquera, alias Karina (exintegrante de la desmovilizada guerrilla Farc), y otros exguerrrilleros de FARC, quienes le han expresado en distintos momentos y por distintos medios, su voluntad de apoyar la búsqueda de personas desaparecidas en municipios del Oriente.
Son tareas que aún no terminan pues implican, como asegura Benjamín: “un cambio radical en la cultura paisa, autoritaria y violenta, que considera democrática una seguridad fundada en la derrota y eliminación de los opositores. Violencia que se expresa a tope en la familia, y en las relaciones de género que reclaman, urgentemente, nuevas formas de vivir la masculinidad, ‘en la casa y en la plaza’”.
Precisamente es gracias a la labor realizada por Cardona Arango y por su esposa Beatriz Montoya, antes, durante y después de su trabajo en Conciudadanía, que se han podido hilar horizontes para la reconciliación y la construcción de paz en los territorios del Oriente.
Los Diálogos de Verdad para la Reconciliación son, de hecho, la más reciente apuesta de esta pareja de defensores de los derechos humanos. Un sueño que nació de un entramado de alianzas territoriales, en el cual participan distintas organizaciones sociales, instituciones y exintegrantes de la guerrilla Farc, con el propósito de “hacer del Oriente antioqueño un Laboratorio de Reconciliación, después de que fue escenario de una feroz confrontación y de una aguda crisis humanitaria”. Así fue como el 28 de noviembre de 2020 la zona de Páramo del Oriente vivió un encuentro histórico de reconocimiento y perdón entre algunas víctimas y los firmantes de paz del partido Farc, quienes otrora integraron los frentes 9 y 47.
La esperanza continúa
Afirma Benjamín, que a lo largo de su vida no solo ha podido constatar avances en los logros de los propósitos de Conciudadanía, sino que puede asegurar que estos sueños y esperanzas permanecen. De hecho, prevé para la institución que, por lo menos durante los próximos 15 años, la implementación de los Acuerdos de Paz (una Paz Completa) y lo que implica un proceso real de reconciliación, deberán seguir siendo una tarea estratégica. No es ajeno que en el encuentro de Diálogo de Verdad realizado en Sonsón, le pidieran que fuera él quien regara el árbol de la reconciliación plantado por excombatientes de Farc y sus víctimas.
Sin dudarlo, expresa que “la construcción de Paz Territorial solo podrá ser el resultado de las comunidades autónomas convertidas en sujeto de su propio desarrollo y esto se logra mediante procesos de planeación colectiva”. Es por ello es que el sueño de Conciudadanía de construir territorios democráticos sostenibles, permanece vigente. Alerta, sin embargo, que este propósito únicamente será alcanzable en la medida en que el acompañamiento a las comunidades se realice con una mirada integral, de largo aliento y de la comprensión de que “los proyectos aislados, además de las limitaciones de sostenibilidad, también tienen el riesgo de una acción con daño”.
El secreto de Benjamín para mantener la fe en la posibilidad de una Colombia democrática, sostenible y en paz
Seguramente algo tiene que ver con que desde su infancia en una familia numerosa, cuando no había aparatos electrónicos ni acceso a medios de comunicación, y también en el medio de sus caminos de búsqueda, desesperanza y resiliencia trabajando por la paz, ha contado con la lealtad de fieles compañeras: la música y el canto. Precisamente es el sueño de que un día el sonido del violín reemplace al sonido de las balas, el de las agresiones y el del dolor causado por la guerra en Antioquia, lo que mantiene intacto su compromiso personal de aportar en la construcción de nuevas masculinidades, de trabajar conjuntamente con su esposa en el fortalecimiento de la democracia de género, y de participar activamente en la edificación de una sociedad en paz y reconciliada en el Oriente antioqueño.
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