Pensar la gestión del territorio implica, necesariamente, una mirada a las relaciones que los seres humanos establecen con “lo otro”, con el entono que lo compone, con el ecosistema, la flora, la fauna y con todas las formas de vida que lo habitan.
Pensar la gestión del territorio implica, necesariamente, una mirada a las relaciones que los seres humanos establecen con “lo otro”, con el entono que lo compone, con el ecosistema, la flora, la fauna y con todas las formas de vida que lo habitan.
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