El Oriente antioqueño ratifica su compromiso con la paz

Para cerrar la jornada de la mañana se vivió un momento muy emotivo cuando un líder social, una joven, ambos del municipio de Nariño, y un firmante de paz, compartieron con el auditorio lo que el Proceso de Verdad (diálogo entre víctimas y firmantes – excombatientes), ha significado para ellos, para sus vidas y las comunidades, para su sanación emocional y para superar dolores y miedos que transciende a los hijos e hijas, como una herencia que afecta sus vidas. 

Un proceso que nos enseña que la sociedad civil no necesita autorización para sentarse a conversar, para llegar a consensos y construir paz, aunque sí mediación. (en este caso fue la Universidad de Antioquia). Un ejercicio que nos plantea la necesidad de conocer y comprender la historia, las diferentes caras que tiene la verdad y el papel que pueden jugar los jóvenes como puente para estos diálogos. A partir de esta experiencia nos ha quedado claro que, si no se aborda el conflicto armado de manera integral, sus causas permanecen y volverá a activar la violencia en otro momento, generando ciclos de violencia como los que hemos vivido durante tantos años en Colombia. 

La paz es nuestro compromiso como habitantes de este territorio, tenemos la responsabilidad de construir alternativas para que la guerra no sea opción para los y las jóvenes, con este convencimiento todos los y las representantes de las instituciones y las organizaciones presentes firmamos el manifiesto por la paz y la noviolencia en el Oriente. 

En este escenario el Departamento Nacional de Planeación compartió las propuestas del Plan Nacional de Desarrollo que tendrá incidencia o desarrollo en el Oriente. Finalmente, quiero resaltar que estos eventos y su éxito dependen en gran medida de la confluencia de voluntades, capacidades y recursos de varias instituciones y organizaciones sociales, que tienen en su misión la paz y la reconciliación, donde el protagonismo de las mujeres ha sido bastante relevante.