Escuela de derechos humanos fortalece redes de liderazgo y protección en Antioquia 

El pasado 23 de agosto culminó la Escuela de Derechos Humanos para las subregiones de Occidente y Suroeste antioqueño, marcando un hito en la formación de líderes, lideresas y defensores de derechos humanos en estos territorios.  

Esta iniciativa, fruto de la colaboración entre organizaciones como la Mesa de Derechos Humanos y Atención Humanitaria del Oriente antioqueño, Ficonpaz, Conciudadanía, Corporación Jurídica Libertad y Naciones Unidas, extendió la experiencia formativa de la Mesa en el Oriente antioqueño a nuevos territorios. Su objetivo principal fue brindar herramientas conceptuales y metodológicas a líderes, lideresas y defensores de DDHH, así como establecer parámetros de autoprotección frente a eventuales violaciones de los DDHH. 

Uno de los aspectos más innovadores de esta escuela fue la transversalización del enfoque de género. Sandra Molina Gallego, del Colectivo de la No Violencia en Caicedo, resaltó su importancia: 

«Este espacio nos permite reconocer las rutas de atención frente a violencias basadas en género y nos permite identificar aliados que reconocen nuestros aportes. Además, aprendemos cómo podemos apoyar a la sociedad frente a la vulneración de derechos, fortaleciendo esa red que como mujeres estamos tejiendo». 

Luis David Martínez, del colectivo Amor por el Arte de Hispana, enfatizó: “Nuestro municipio es muy pequeño, muy conservador, pero hay muchas personas diversas, y se han presentado casos de violencias hacia las mujeres y casos de homofobia. Siento que lo que hemos aprendido nos ha servido para lo que queremos hacer desde lo artístico y lo social, para pensarnos desde la posición del otro y la otra, y aportar en la defensa de los derechos humanos”.   

La escuela logró reunir a una diversidad de participantes, como lo señaló Orlando Cano, integrante de la Mesa Ambiental del municipio de Salgar y del Movimiento Ecosocial de Discapacidad: «La mayoría de los grupos poblacionales participantes seguimos buscando conquistas de derechos. Están los campesinos, estamos los ambientalistas, la población en condición de discapacidad, la población LGBTIQ+, las mujeres, adultos mayores, jóvenes, es una pluralidad y una diversidad de voces y de experiencias».  

 La metodología experiencial situada permitió adaptar el contenido a los contextos y necesidades específicas de cada subregión. Se realizaron encuentros tanto presenciales como virtuales, en los que se abordaron temas como los derechos humanos en Colombia, el Sistema Internacional de Derechos Humanos, análisis de contexto y coyuntura con enfoque territorial y de género, identificación de riesgos y vulneraciones, rutas y protocolos de protección, y estrategias de autoprotección. 

De esta manera, otro aspecto fundamental fue el reconocimiento de las particularidades de cada territorio. Sergio Sanz Henao, secretario técnico de la Mesa de Derechos Humanos y Atención Humanitaria del Oriente antioqueño, mencionó:  

“Cada municipio tiene un contexto distinto, lo cual representa un desafío importante. Por ejemplo, la mirada sobre la violencia de género en una comunidad indígena es distinta a la de una comunidad no indígena. Esto nos exige prepararnos con mayor precisión para adaptar los elementos de autoprotección y protección a estas circunstancias particulares”. 

La escuela proporcionó conocimientos teóricos prácticos que les permitirán a los y las participantes evaluar el riesgo y las vulneraciones, y construir mejores estrategias de autoprotección. También fomentó la creación de redes de apoyo. Sanz Henao enfatizó: «Lo más importante es que las personas que lleguen a la escuela conozcan y aprendan de otros procesos, fortalezcan sus redes y tengan nuevos amigos y aliados en otras subregiones que les sirvan de apoyo en cualquier momento dado».  

Por su enfoque colaborativo, esta Escuela espera lograr un impacto duradero en la región, pues no solo fortalece las capacidades individuales de las y los defensores de derechos humanos, sino que también contribuye a generar un tejido social más comprometido con la protección de los derechos fundamentales y la construcción de una cultura de paz.