- 3 de junio de 2022
Participación política de las mujeres en Colombia ¿Qué tanto se han cumplido los derechos constitucionales en el fortalecimiento de nuestra democracia?
La participación de las mujeres de forma equitativa, desde la igualdad y goce pleno de garantías, se concibe como un derecho humano y fundamental que debe materializarse en todos los ámbitos de la vida. Así está establecido en diferentes marcos normativos internacionales y en nuestro país se ha traducido en diferentes acciones que han buscado hacer efectivos dichos derechos. Sin embargo, se puede afirmar que, a pesar de algunos avances, hoy sigue siendo preocupante la existencia de altos niveles de subrepresentación y baja participación de las mujeres en el país y en el mundo. De acuerdo con estadísticas de la ONU “la representación política de las mujeres en el mundo se ha duplicado en los últimos 25 años. Sin embargo, esto apenas representa una mujer de cada cuatro personas en los parlamentos, dejando más de tres cuartos de los escaños ocupados por hombres. Las mujeres siguen estando considerablemente subrepresentadas en los puestos políticos más altos” .
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Andrea Rendón Moreno, abogada y asesora en la línea Democracia Local de Conciudadanía.
Desde 1954 en nuestro país, año en el que las mujeres obtuvieron el derecho al voto, pero ejercido por primera vez en 1957, se ha presentado un desarrollo legal que ha tratado de hacer efectiva la inclusión de las mujeres en cargos de decisión política y que ha sido más marcado desde la promulgación de la Constitución de 1.991 y sus posteriores desarrollos normativos. La Constitución reconoció la igualdad entre hombres y mujeres (Artículos 13 y 43); la obligación del Estado de garantizar la adecuada y efectiva participación de la mujer en los niveles decisorios de la Administración Pública (Artículo 40) y la aplicación de la equidad de género como principio rector de los partidos políticos (Artículo 107). Igualmente, Colombia ha ratificado todos los tratados internacionales vigentes en el mundo sobre derechos humanos y derechos de las mujeres y ha adoptado decisiones normativas muy significativas como la llamada Ley de Cuota de Género (Ley 1475 de 2011).
A pesar de este panorama, en la práctica, ha existido una lentitud en el proceso para hacer efectivos los derechos, lo cual se debe principalmente a las normas, prácticas y comportamientos patriarcales dentro de nuestro sistema político, social y cultural, y que queda demostrado en diferentes datos sobre las brechas de género en nuestro país. Por ejemplo, de acuerdo con la ONU, en Colombia “la participación política de las mujeres ha aumentado del 6% al 11% en los cargos de elección popular, y del 7% al 21% en las elecciones del Congreso en los últimos 20 años. Sin embargo, es uno de los países de América Latina con menor representación de las mujeres en la política”. Así lo confirma la Unión Interparlamentaria al señalar que “hay países en la región que han logrado conseguir parlamentos paritarios, o que se acercan a ese propósito. Es el caso de Bolivia (53% de mujeres en la Cámara de Diputados y 47% en el Senado), Nicaragua (45.7% en su Asamblea) o México (45.7% en Cámara de Diputados)” y que la diferencia con nuestro país es que estos han ido ampliando de manera progresiva su ley de cuotas, empezando con un 30% e incrementando hasta llegar al 50%.
Según el Balance de la Participación Política de las Mujeres Elecciones 2018 Colombia, realizado por ONU MUJERES y PNUD “al analizar la participación de las mujeres en las ocho (8) elecciones al Congreso que se han realizado desde 1991, se puede ver un aumento sustancial en su presencia en esta corporación. En 1991 el promedio de mujeres electas a Senado y Cámara era de 7.7% mientras que en 2018 llegó al 20.8%. Los comicios con mayor porcentaje de mujeres elegidas son los últimos dos, precisamente en los que se ha aplicado la cuota de género establecida por la Ley 1475 de 2011, por la cual las listas a corporaciones públicas en las que haya cinco o más curules en juego deben estar integradas por lo menos por un 30% de mujeres”.
Con los resultados de esta jornada electoral de 2022 se amplió la participación política de las mujeres en el Congreso de la República. En comparación con el período anterior, aumentó en 8 el número de senadoras electas y en 22 la de Representantes a la Cámara. Es decir que, de 296 curules que tendrá en 2022 el Congreso de la República, 86 serán ocupadas por mujeres, 33 en el Senado y 53 en la Cámara de Representantes, para un total del 29% de mujeres en el Congreso de la República, incrementando la participación en 9 puntos porcentuales con respecto al periodo anterior que fue de 20%, aunque sin alcanzar aún el 30% establecido en la Ley de Cuota de Género.
Se resalta que de las 16 curules electas de las CTREP, tres fueron ocupadas por mujeres; de las circunscripciones especiales indígenas del Congreso de la República fueron electas dos mujeres. Igualmente, las dos curules por circunscripción especial afrocolombiana de la Cámara de Representantes fueron ganadas por mujeres .
Para las consultas interpartidistas realizadas el 13 de marzo, hubo 22 precandidatos presidenciales, entre los cuales solo cuatro eran mujeres, es decir el 18.2% . Aunque en estas consultas ninguna de las mujeres fue ganadora, sí obtuvieron una cantidad de votos significativos, resaltando especialmente a Francia Márquez que obtuvo 783.160 votos. Con la contienda electoral del mes de marzo se dieron avances significativos en materia de la participación de mujeres en el Congreso de la República, incrementando los índices de paridad y, en alguna medida, la representatividad. Sin embargo, persiste la dificultad para alcanzar, por lo menos, los porcentajes establecidos en la Ley de cuota de género, y menos aún mujeres que tengan como bandera la agenda de género para el país.
Las elecciones presidenciales son cruciales para avanzar en los cambios estructurales que necesita el Estado colombiano y frenar la crisis democrática que abarca todos los escenarios de la vida y en la que nos encontramos inmersos hace ya varios años. En esta gran tarea, las mujeres debemos asumir un papel fundamental y protagónico, tenemos la potencia de la vida, el amor, el cuidado por el otro y la otra, seamos conscientes que nuestro potencial electoral puede ser determinante.
¿Cómo hacer que el potencial electoral de las mujeres corresponda con la cantidad de mujeres candidatas? ¿Cómo hacer que el potencial electoral de las mujeres corresponda con el número de mujeres electas? Y ¿Cómo hacer que esas mujeres electas tengan apuestas políticas desde una verdadera perspectiva de género?
Hoy, más que siempre, la paridad es un tema instalado en el debate público y político y es indispensable que los partidos no se limiten solo a cumplir la Ley 1475 de 2011 como un tope mínimo o como un requisito de legalidad. Debemos insistir en el incremento de la cuota de género al 50/50 y en cuidar que no se convierta en mero pronunciamiento de papel, organizarnos para pensarnos el país político y proponer desde nuestra manera de ver el mundo una sociedad más justa, más igualitaria, que ponga al centro la vida y la dignidad, que avance en la construcción de otro país posible para todos y todas y sin dejar a nadie atrás; propender por romper con la centralidad y la mirada elitista, racista, clasista y excluyente de las casas políticas hegemónicas y tradicionales que han encontrado la forma de perpetuarse en el poder generación tras generación; apostarle a iniciativas que se identifiquen con nuestros intereses de género, en las que nos sintamos recogidas, escuchadas, valoradas, celebradas, de las que sintamos que hacemos parte, con las que creamos que es posible cambiar la forma de hacer política.
Es momento de hacer el ejercicio pleno y efectivo de una democracia consciente, libre e informada y recordar que en Colombia el voto es programático y que, además de exigir el cumplimiento del programa de gobierno, debemos entenderlo como una expresión de la soberanía popular y la democracia participativa, que posibilita un control, sea cual sea el ganador/a. Tenemos de donde elegir candidatos/as que lleven nuestra voz a los niveles de decisión política para avanzar en la democracia de género, la inclusión, y sobre todo la representación de los intereses de género, más allá del partido al que pertenezca.
¡Vamos a votar con conciencia de género!
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