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Las juventudes son la fuerza que catapulta el cambio en Colombia

Históricamente las grandes transformaciones en el país se han logrado como consecuencia de movilizaciones ciudadanas, como fue el caso de “La séptima papeleta” impulsada por jóvenes estudiantes universitarios...

Por Diana Serna, asesora en la línea Democracia Local de Conciudadanía

Históricamente las grandes transformaciones en el país se han logrado como consecuencia de movilizaciones ciudadanas, como fue el caso de “La séptima papeleta” impulsada por jóvenes estudiantes universitarios, quienes, junto a otras fuerzas alternativas, motivaron la convocatoria a crear la nueva Constitución Política de Colombia en 1991. Carece de fundamento el estigma de que los jóvenes no participan en política, es un mito, que desconoce cómo los jóvenes de todos los tiempos han generado transformaciones desde la disrupción en la estructura del pensamiento, las ideas, las creencias y todo lo que de allí se deriva en materia legislativa, social, económica y cultural. Quizá la realidad sea más bien que la sociedad tradicional ha dado poca importancia o teme a las formas de participación de las juventudes en el país.

¿El abstencionismo electoral es culpa de los jóvenes?  

Durante años la sociedad le ha cargado a los jóvenes el resultado en el porcentaje de abstencionismo en los comicios electorales, hecho que puede estar asociado a múltiples variables. Pero es un reclamo paradójico cuando culturalmente se ha normalizado prohibir al interior de las familias   hablar en la mesa de política o religión, tampoco en el taxi, ni con extraños, ni en el colegio o cafeterías porque tal o cual podría oír y armarse un zaperoco. La política en su amplio espectro, especialmente en tiempos de elecciones, es un tema vetado en muchos hogares, que propician que la infancia y las juventudes de Colombia crezcan en un ambiente donde se silencia qué es y para qué sirve la política.

El soporte de cifras oficiales sustenta un problema de participación electoral en el país, que demanda ahondar sobre la necesidad de fortalecer la democracia (electoral), en un país que ha estado atravesado por el conflicto armado y que, en medio de este, ha llevado a cabo ejercicios democráticos con todas las dificultades que esto ha representado, desde las amenazas y asesinatos de candidatos, la imposibilidad de ejercer el derecho al voto en algunas regiones del país o el constreñimiento a los electores por parte de los actores armados, la represión estatal en manifestaciones públicas, y el silenciamiento cultural, entre otros.

Según datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil, en Colombia en los últimos años escasamente se ha superado un umbral de votación del 60 por ciento, llegando a niveles de apatía tales como las presentadas durante las elecciones presidenciales de 1994 donde la abstención en primera vuelta llegó a la alarmante cifra de 66,05% de las personas habilitadas para votar. En la primera vuelta de las últimas elecciones presidenciales de 2022 en Colombia, el abstencionismo fue de 41,83 %, pero las personas entre los 18 y 28 años solo representaban el 23 % de los colombianos aptos para acudir a las urnas, es decir, cerca de 1/4 del censo electoral. Incluso en Colombia no hay voto obligatorio y ese incremento en la votación se debió al aumento del 4% de primivotantes, es decir jóvenes que votaron por primera vez», acorde con el registrador Alexánder Vega, citado por El Heraldo.  

Esto nos debe cuestionar, porque no solo han sido los jóvenes quienes han dejado de votar, es el grueso de la sociedad en múltiples periodos legislativos.

Las elecciones presidenciales 2022 desmienten el mito

La Gran Encuesta Nacional sobre Jóvenes, que realizó la Universidad del Rosario, El Tiempo y la firma encuestadora Cifras y Conceptos, que fue publicada a mediados de 2021, anticipó un alentador panorama sobre la participación de los jóvenes en los comicios del 2022. Según datos que aportó este estudio, se observó que los jóvenes vieron en las elecciones y en el voto una opción de cambio en el rumbo del país según un 87% de los encuestados; también el 89% afirmaron que votaría en los comicios de este año. “El resultado de esta encuesta mostró un foco de esperanza y es que los jóvenes en Colombia encuentran en el voto la manera de transformar esta sociedad”, afirmó entonces Carlos Charry, director del Doctorado y la Maestría en Estudios Sociales de la Universidad del Rosario.

Este hecho, precedido por el gran estallido social entre finales de 2019 y a lo largo del 2021, cuando acontecieron las protestas que paralizaron sectores del país volcaron a miles de jóvenes a las calles, motivados por el cansancio de años de crisis económica agudizada en la pandemia y la creciente insatisfacción y desconfianza en la institucionalidad. Todo esto bordeado por una tendencia al incremento de hechos de inseguridad, violación de derechos humanos, amenazas y asesinato a líderes sociales, indígenas y campesinos.

En Cali, Medellín, Bogotá y otras ciudades los jóvenes fueron quienes construyeron la llamada “Primera Línea”, para defender a los marchantes de las arremetidas de la fuerza pública. Fueron quienes sostuvieron la protesta en noches horror, frio y hambre, también, los protagonistas de las transformaciones de la protesta en espacios de arte y cultura, música, danza, teatro, artes circenses, poesía y resignificación de lugares. Hechos que tuvieron eco en la esfera internacional y, en suma, pusieron al gobierno de Iván Duque contra la pared, logrando que el proyecto de la reforma tributaria fuera retirado, sumado a la renuncia del ministro de Hacienda y la ministra de Relaciones Exteriores; el anuncio de matrícula cero para estudiantes de estratos 1, 2 y 3 y el retiro del proyecto de reforma al sistema de salud.

Sobre estos sucesos la socióloga Karen Mercado Villareal, resaltó que la participación de la voz joven ha sido “contundente” en los distintos estallidos de tipo social y político que se han dado en la historia de Colombia. Indicó, además, que esta población se “adentra y relaciona” con ideologías políticas amigables con el medio ambiente, la educación, el feminismo, la salud y la cultura, que defienden “hasta que se vean reflejadas en su comunidad”.

Esta vez los pronósticos sobre las elecciones presidenciales fueron acertados y el resultado en las urnas correspondió al cambio deseado en la escena política que reclamaban los colombianos. Más de 22 millones de personas acudieron a las urnas, en total 22.640.095 votantes en la segunda vuelta de 2022, es decir, el 58% del total del censo. Otro dato histórico fue el abstencionismo que registró el 42%, teniendo en cuenta que, en 2018, el 47% del total del censo decidió no sufragar.  Ese mismo domingo el pronunciamiento del presidente electo no se dio a esperar y declaró: “No es extraño que en esos 11 de millones de votos que nos han dado el triunfo, la mayoría sean de jóvenes y de mujeres. Una marea juvenil, una marea femenina, decidió hoy tomarse las urnas”.

Elles también se autorepresentan

La representación de los jóvenes no se agota con la agenda de cambio propuesta por el Pacto Histórico. A finales del 2021 se dio un hito histórico en el país con las elecciones para los Consejos de Juventud, que tenían como propósito la vinculación de los jóvenes en las dinámicas de participación política, para elegir a las personas que serían sus representantes ante las administraciones locales de sus respectivos territorios.

De acuerdo con los informes presentados por la Registraduría Nacional, la cifra total de votantes fue de 1′273.443 jóvenes de un censo de 12′282.273 habilitados para ejercer su derecho al voto. En Antioquia, por su parte, votaron 99.487 jóvenes de un total de 1,6 millones que podían sufragar en esta jornada. No obstante, aunque la cifra no pareciera significativa, los votos recibidos fueron suficientes para decir que en Colombia se escogieron a 10.837 nuevos consejeros en los 1.097 municipios y las 33 localidades de Barranquilla, Bogotá, Buenaventura, Cartagena y Santa Marta que se desarrollaron las elecciones.

Julián Jiménez, joven estudiante de sociología, opina que las elecciones de los CMJ en diciembre del 2021 propiciaron que los “jóvenes fuésemos los protagonistas en la formulación de políticas públicas que promovieran soluciones concertadas, para aplicarlas en el territorio, y que se pudiera propiciar el fortalecimiento de los nuevos liderazgos que requiere el país, con una conciencia clara, comprometida con la juventud y la promoción de oportunidades, para lograr así la renovación política que tanto deseamos. Esto nos demuestra que aún hay un reto grande a la hora de involucrar a los jóvenes con la vida política nacional, y que falta mucho trecho por recorrer para que efectivamente la voz de la juventud llegue a los espacios reales de incidencia política y no se quedé simplemente en ecos que recorrieron alguna vez las calles de la nación”.

¡Los jóvenes la apuestan al cambio!

Luego de más de 30 años de movimiento estudiantil los jóvenes de hoy continúan con la lucha por la defensa de la educación como un derecho fundamental; en el 2019 se sumaron al movimiento social donde confluían diversas causas como la salud, las pensiones y los derechos de las minorías; conformaron espacios de incidencia como el Comité Nacional de Paro, en búsqueda de soluciones a situación desfavorables en la que se ha venido sumiendo progresivamente Colombia.

Acorde con la Ley Estatutaria de Juventud, el Estado debe promover programas, proyectos, la participación, movilización, representación, fortalecimiento de los Consejos de Juventud y las diferentes instancias formales y no formales, como escenarios propicios para la incidencia en las decisiones que los afectan. Es importante convocar y escuchar a los jóvenes quienes son ciudadanos y ciudadanas desde el mismo instante que se interesan por soñar con el país en el que quieren vivir; permitir que sean los ciudadanos del presente y protagonistas del futuro abre la puerta de la fuerza, los sueños y la capacidad de transformación, para construir una sociedad diferente y menos desigual, lejos de las viejas prácticas políticas y culturales en las que han estado inmersos desde la cuna, que les permitan escribir desde sus talentos y fortalezas su propio legado.

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