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Río Cauca de cuerpo entero

Por: Juan Alberto Gómez

Hay dos palabras que podrían considerarse claves en la serie de conversatorios sobre el río Cauca que se llevaron a cabo en la COP16: desarticulación y resiliencia.

La primera es muy común escucharla cuando se habla de la dificultad para coordinar planes y programas de las diversas entidades públicas y privadas, es decir, al tratar de ejecutarlos en los territorios, pese a las buenas intenciones. Cada entidad carga con sus propias tareas, afanes, intereses y agendas. Rara vez logran encontrarse y avanzar.

La segunda palabra es la que flota en el ambiente, ratificada en los testimonios, las historias y las ponencias. Con resiliencia nos referimos a esa capacidad de adaptación, de persistencia en la vida y recuperación de los territorios y comunidades nativas ribereñas del río Cauca. Un valor que comparten estas comunidades con el propio río, porque después de ser secuestrado en la represa Salvajina, abusado en el Valle y literalmente asfixiado a su paso por Cali, va recobrando su vitalidad tan solo en un trayecto de 50 kilómetros. El río ya se muestra muy distinto en La Victoria; sus niveles de oxígeno, que pasan de -3 miligramos por litro a su paso por Cali a +6 en La Victoria, recuperan la capacidad para albergar y generar vida (cuyo mínimo es de 4 miligramos por litro), demostrando que, si fluye, el río renace una y otra vez.

Si bien para cualquier río una represa resulta ser ruinosa, con mayor razón lo es para el caudaloso Cauca. Retenerlo, así sea de manera temporal, molerlo en turbinas y ponerle un muro es abiertamente contrario a los ciclos y conectividades que le permiten restaurar su vitalidad. Y esa vitalidad del río no se evidencia ni en su color ni en su tono, o por lo menos no como acostumbramos a interpretarlo para definirlo como limpio o sucio.

Pueden parecernos “hermosas” unas aguas que en realidad son altamente contaminadas (eutrofizadas, por ejemplo), o “feas”, sucias y pantanosas, las aguas y caudales que, en realidad, arrastran ricos nutrientes hacia las llanuras aluviales, fertilizando el suelo a su paso. Todavía hay quienes piensan que el río Magdalena algún día fue cristalino o que el color del Cauca no era tan mono. Olvidan que el nombre de “Bocas de Ceniza” fue el que le dieron los mismos conquistadores españoles a esa desembocadura del Magdalena por su tono cenizo, y que el Cauca es “El Mono” desde mucho antes de que hubiese represas y grandes mineras.

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Y en cuanto a su conectividad, al río poco le importa que lo dividan en cuencas alta, media y baja; el río siempre ha sido uno solo. Además de los peces, son innumerables las especies que se mueven en largos tramos de su caudal y de su cuenca, ya sea por agua, tierra o aire, y que necesitan del río para establecer sus propios ciclos y relaciones.     

Todo esto lo entiende muy bien don Jorge Eliecer Rivera, integrante de la corporación Ser Ciudadano, quien insiste en comprender y promover acciones por el río como una sola cuenca, tal como es. Es decir, de manera integral.  

Esa integralidad del río, don Jorge la vincula con el respeto mismo de la vida. La sentencia del río Cauca como sujeto de derechos, y su aplicación, avivó la necesidad de entenderlo de cuerpo entero: desde el Macizo colombiano hasta Pinillos en La Mojana, donde se junta con el Magdalena. Don Jorge ha sido uno de quienes más han trabajado para que las diversas cuencas interactúen y conversen, igual que el agua del río Cauca ha fluido siempre por su cauce completo.

Con los tres encuentros por cuencas, el último de ellos el de la cuenca alta en agosto de 2024 en la ciudad de Buga, y con la oportunidad que significó la COP16, se viene afianzando el diálogo entre los diversos actores y organizaciones de las cuencas. Por ejemplo, entre los guardianes del río (cuya figura emana directamente de la Sentencia) y el colectivo Río Cauca, que ha desarrollado su trabajo especialmente en la cuenca alta y que lideró la agenda por el río en la COP16.

Fernando Patiño, veterano ambientalista del Valle, tiene mucho que decir sobre la historia y desarrollo de este colectivo. Expone con propiedad un largo trabajo vinculado al río de manera específica en la cuenca alta, a su paso por el departamento del Valle, y luego integrado a la cuenca en el departamento del Cauca. Ahora, ratifica el nuevo sentimiento y la conciencia de cuenca completa, de cuerpo entero, que abrieron procesos como el de la Sentencia T-038 del río como sujeto de derechos, así como los tres encuentros de las cuencas y la visión panorámica generada en la COP16.

Conoce como pocos esa “prehistoria” e historia de la lucha por la recuperación del río Cauca, la protección de sus afluentes, el trabajo de los acueductos comunitarios y el diálogo multiactor que ha implicado desde grandes empresarios y líderes políticos hasta organizaciones ambientales y sociedad civil en general. Con el acervo y la madurez de esos procesos, siempre largos y complejos, lo encuentra ahora esta especie de nuevo sentimiento de un Cauca entero y de llamado a la acción.

Fernando relata que, si bien el proceso de la cuenca alta puede aportar una larga experiencia y conocimiento en diálogos multiactor, ha sido un proceso más de arriba hacia abajo; ahora es necesario “que se llene más de pueblo”, buscando la representación directa de actores como consejos comunitarios, cabildos indígenas o acueductos comunales, entre otros. Habla, incluso, de la creación de mesas de gobernanza de planeación en torno al agua, donde todas las cuencas de los afluentes del río Cauca tengan su representante. Una gran sumatoria cercana a los 80 representantes de entidades y organizaciones públicas, privadas y de la sociedad civil cuyo centro sea el agua y, de manera especial, el río Cauca; el río cuya agua nos teje de cuerpo entero, desde la montaña hasta el mar.

“Bienvenidos a este gran territorio donde nace el río Cauca, se los presento: desde acá es desde donde bajan las aguas hasta donde desembocan”, así saluda un representante del resguardo indígena del Kokonuko-Yanakunas del Valle del Paletará, en un video publicado en Internet, y agrega que “hemos participado en muchos procesos y ahora estamos dándole duro, sobre todo, al tema del río Cauca como sujeto de derechos y hemos hecho como una simbiosis con muchas comunidades”.

Nathaly Benavidez, integrante de la Asociación de Ecofeministas Comunitar, fue una de las participantes en el evento y explica que se trató de un ejercicio de armonización con el río durante la semana de río Cauca en junio de 2024, como parte de los procesos que adelantó el Comité por la defensa del agua, la vida y el territorio del Cauca. Esa simbiosis que en términos generales significa la forma en la que individuos de diferentes especies se relacionan entre sí, es una buena metáfora de lo que podría llamarse esa conciencia de cuenca completa del río Cauca que viene creciendo.

También es ese sentimiento, como manifiesta Fernando Patiño. “Es increíble oír hablar a los dirigentes comunitarios con tanta propiedad de la cuenca completa del río Cauca. Exponen de manera clara la relación que hay entre las intervenciones y afectaciones en toda la cuenca”, explica. En la COP16, por ejemplo, se escuchó a los participantes pedir perdón a los habitantes de La Mojana por las afectaciones provocadas en la cuenca alta del río, donde se concentra la mayor actividad industrial con dos grandes centros urbanos como son Popayán y Cali.

“Hay un conjunto de actores que está construyendo una masa crítica, que ya no se mira el ombligo de cada cuenquita, algo que la sentencia ha reforzado. Se está entendiendo el agua del Cauca, y en general el agua y la naturaleza, no solo como recursos sino como sujetos de derechos. Puntos como la sentencia y la COP16 nos llevan a esta nueva narrativa para integrarnos”, afirma categórico Fernando, quien habita este sector del río en el que ya ofrecen la experiencia de la llamada Plataforma Colaborativa de la cuenca alta del río Cauca.  

Fuente: Instituto Humboldt

La cuenca del Cauca, a lo largo de sus 1360 kilómetros de recorrido, abarca el 7 % del territorio nacional, con 8.152.149 hectáreas que comprenden 228 municipios, 211 centros poblados y 42 zonas hidrográficas distribuidas en 9 departamentos. En esta región actúan 13 corporaciones autónomas y 2 autoridades ambientales, y se han implementado 55 Planes de Ordenamiento y Manejo de Cuencas Hidrográficas (POMCAS). Tratar de integrar esos múltiples hilos de expectativas e intereses resulta complejo, y hay quien plantea que es imposible. Pero lo cierto que es que las cuencas ya están integradas de manera natural, como lo señala don Jorge Eliecer, “incluso los ríos Magdalena y Cauca se encuentran, los que estamos desintegrados somos los humanos. Eso exige no desfallecer en el propósito de integrarnos para acertar un poco más en las políticas y en los planes”.

Pese a todo, los ríos de seres humanos que pasaron por la COP16, diversa y colorida como la naturaleza que la albergó, dejaron flotando una sensación de esperanza que también irrigó la agenda del río Cauca en los encuentros y conversatorios de la Biblioteca Departamental de Cali. De tal modo que, si consideramos todo el caudal de participantes que fluyó por los auditorios y pasillos de la biblioteca, con personas que vinieron desde el Macizo colombiano, donde nace el río, hasta Pinillos, donde se junta con el Magdalena, hay suficiente ilusión para imaginar, soñar y construir el Cauca como un solo cuerpo tejido por el agua en relación con otros, tal como es la propia vida.  

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